sábado, 17 de marzo de 2012

MUSICALIDAD PRECIPITADA

Escucho y me pregunto, ahora que está lloviendo, ¿los animales lo sabrán? ¿ el cielo donde está cuando llueve?, encima de la luna o de la tierra o de los dos o es que uno de los cede o es que los dos ceden a la vez, en darse por estar juntos cuando los une el cielo que desconocen… ¿ que serán de los camarones?, esos bichos barbudos gustosos por la poesía, que solo salen a flote en el mar cuando la luna sale y ésta la llama con aquella musicalidad que los precipita hacia su muerte, que serán digo, porque ahora que esta lloviendo tienen una nueva historia una nueva plenitud de estar a expensas con sus barbas estiradas, revoloteándose y saltando como sapos, como quien pensaría que quieren atrapar cada gota montada sobre otra, tal cual se precipitan al compas del tenor de la gravedad….
Pero aquella musicalidad se torna distinta cuando uno piensa que habrán hermanos de nosotros en que aquel plato se llenará de gotas y rebalsaran con lagrimas , son muchos miles y miles muchos que merecen mana antes que agua, o no lo sé, que Dios justifique ser bueno permitiendo tanta maldad.
Uno se entrega por completo mirando al cielo haciendo que los poros sean chapitas donde reposen las gotas, chapitas de tantas aristas como hay que ver las cosas, tal como son y que se piensan acerca de ellas…
 Es una hora azul prematura, una niña feliz que acurruca los labios humedeciendo con el recuerdo de sus labios, una hora azul que cuenta con sus propios lobos, una realidad no inventada sino descubierta, una novela de huellas con velas bellas que me invocan a preguntarme ¿porque las hojas del papel se amarillan cuando están bajo la luz del sol y cuando están bajo lluvia se humedecen? ¿Es que el sol no sabe donde descansa la noche? O ¿es que la luna no le dio el beso de buenos días al sol? Que se levanta enfurecido con sus pelos de punta sin remediar gota alguna, lo quiebra, lo exprime y lo seca implorando  al supuesto cielo de la luna que lo lance al mar con el tejido que teje y desteje todas la noches, cuando el sol da su ultimo fogonazo tras haber recibido una gran racimo de uvas que se forman para despedirlo … y en ese crepúsculo y en el silencio de las ultimas gotas que caen, creo que el crepúsculo ama apasionadamente al mar porque desea siempre brillar en el ruido y bravura del mar donde se acobija bajo la diáfana luz de la musicalidad precipitada, desde entonces para hoy…